EL EJE INVISIBLE (POEMA, 2020-2022)

I

Todo lo que somos está por venir. 

Pero nada quiere completarse 

demasiado pronto. 

Si buscas la quietud del tiempo, 

aceleras su curso. 

Por mucho que ames, no serás amado. 

Olvidas, pero también te olvidan. 

Compadeces, y te compadecen. 

En medio de la algarada, 

se escucha el más bello silencio. 

El cielo está despejado, 

pero le falta siempre una nube 

que ofrezca el contraste. 

Y no hay nunca en el día de verano 

un calor tan excesivo 

que una suave brisa del mar 

no le dé su mejor oportunidad. 

Todo da vueltas sobre un eje, 

pero el eje no se mueve. 

Todavía está por decirse un último adiós,

la despedida es también saludo 

y todo vuelve a comenzar. 

Todo lo que fuimos está por venir. 

La caricia que no esbozamos

en el gesto de nuestra ausencia, 

el beso que no compartimos

nos atrapan en el círculo de la repetición. 

Y para volver al principio 

se necesitan dos.

II

Atravesarás otra vez la noche,

no invocarás el nombre de la fantasía

o el pensamiento endurecido 

contra la vida. 

Todo lo que podía ser 

lo borrará el último sueño 

antes del próximo amanecer.

Cambia la estación 

y permanece el anhelo de otra luz

que le dicte al cuerpo su medida, 

su salud y su enfermedad.

La soledad acumulada 

a lo largo de los años no te va a enseñar nada

que ya no hubieras aprendido 

en el primer momento de tu concepción.

También estabas solo y desprotegido 

en el vientre de tu madre,

desde entonces hasta ahora

el dolor de vivir una vida ajena

será una compañía soportable

a lo largo del ciclo de la repetición.

Pues en una sola vida

nos hemos encarnado en otro ser

tantas veces

que ya no guardamos memoria

de lo que fuimos.

Y seguimos luchando 

por encontrarnos

hasta que sintamos el último latido 

de un corazón cansado.

III

Esta lucha dura demasiado,  

esta efusión de un amor 

al que nada responde ni acoge, 

sin poder aferrarme a otra cosa, 

me sostengo apenas

en un hilo invisible de realidad.

Estoy plantado 

en un centro que soy yo mismo, 

del que no puedo evadirme, 

soy en unidad dolorosa 

la lucha entre mi libertad y mi prisión.

Todo adviene a mí y se me entrega 

en su pura belleza y resplandor.

Crece desde sí mismo y se encierra,

quisiera poder dar forma y sentido, 

pero todo se me oculta

cuando las palabras me encadenan…

IV

El almendro que floreció

antes de la llegada de la primavera,

pequeñas flores de un blanco avioletado,

que tímidamente aparecian 

entre sus ramas reverdecidas,

ahora con las tormentas  

de un invierno traicionero 

se encuentra devastado.

Apenas ha sobrevivido 

alguna pequeña flor rota 

que se ve entre su humillado ramaje,

y no obstante ya espera el sol

en la gratuidad 

de su próximo desvanecimiento.

Todo él siendo el mismo

y con fuerzas renovadas para seguir floreciendo.

V

Como ese almendro que creció

desde sí mismo

enmarcado en un espacio limitado,

contra la sequedad y la lluvia escasa,

ese almendro cargado de fruto 

hasta doblarse

contra los vientos violentos 

y las lluvias intempestivas.

Yo diferente a él,

sin flores ni frutos,

sólo erguido contra lo mismo

que me alimenta y fluye a través de mí.

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