Fe, esperanza, caridad.
Fe en lo que no vemos, pero tenemos por verdadero. Esperanza en lo que creemos, un destino providencial y una bienaventuranza. Caridad, amor al prójimo como a sí mismo.
En términos políticos, más prosaicos: confianza en el partido.
Fe en lo que jamás se ha visto: un programa de gobierno, una ideología, un discurso, algo político, en fin. Esperanza en lo que creemos: la dicha salvífica de la siempre prometida pero aplazada «libertad», la peculiar parusía de la derecha española. Y sobre todo caridad: mucho se ha de amar (o despreciar) al prójimo para creerlo tan indulgente como lo es uno consigo mismo y sus desfallecimientos, abyecciones y cobardías.
Confianza en el partido, no: identidad con el Partido.
Entelequia orgánico-estatal, sepulcro blanqueado, pirámide de piedra pómez que oculta la tumba del Faraón, tal vez un émulo de Rajotep I.
Contradicción en los términos entre una ideocracia (todo es Estado) y una ideología (todo es Mercado).
Contradicción entre los medios (un partido orgánico) y los fines (una política «liberal»).
Contradicción en la mentalidad misma: funcionariado o nomenklatura y «selfmade man» mitificado.
Individualismo estatista o estatismo individualista: el Grial de la derecha española.
Contradicción, en fin, que es el meollo del asunto desde el momento fundacional del Régimen del 78 y su distribución de roles acartonados.
La clase política franquista tuvo que buscar acomodo entre las ficciones del pluralismo político recién instaurado, pero a la vez tuvo que continuar ocupando el Estado, incluso compartiéndolo con los advenedizos.
Ahí debe buscarse la escena primitiva del «trauma» de la derecha política: la obligación de realizar la síntesis entre el profundo estatalismo de su modo de vida y el liberalismo de un discurso importado, liberador respecto a su condición anterior como soporte de un Régimen autoritario, pero siempre gozando del privilegio de situarse dentro de una estructura de Estado decidida, creada, inventada y montada por ella misma: Monarquía, sistema proporcional, Constitución del 78, Estado de las Autonomías y legitimación dentro del Estado del nacionalismo periférico.
Una obra maestra. No se le puede ni debe pedir más a todo ese mundo. Quizás un poco más de folclorismo «español» para compensar tanto desafuero y corrupción intelectual.
Torre del Mar (Málaga), abril de 2019