EL PRÓXIMO 21 DE ENERO DE 1793

Los analistas políticos de la prensa española debieran ser un poco más comedidos y respetuosos con los lectores, al menos con aquellos que hace tiempo descubrieron las claves secretas de la política española y del Régimen en que aquélla viene a ser su práctica atávica, su ritual y su liturgia: los que degustamos su salsa y sus condimentos y tenemos cara de asco ya instalada para siempre en la dicha.

Conque “polarización” en la política española….

El jardinero de Don Pablos, desde chiquito tuvo altas propósitos, y la chacha charneguita de Don Albert, también; el «negro» indocumentado der Zanshe y los profes complacientes de Herr Casado (“España es lo primero, me cachis, se nos había olvidado…perdonen ustedes el lapsus…”): creadores de polarizaciones o polinizaciones, quién sabe, si hasta los Catedráticos eméritos de Derecho Constitucional confunden “in malam partem” parlamentarismo, presidencialismo y Estados de Partidos (ver entrevista a otro emérito, Manuel Aragón Reyes, Catedrático de DC y magistrado famoso del TC cuando se emitió el fallo fallido sobre el EC), lo que demuestra que tras los sucesos del otoño de 2017 todas las personalidades del Régimen del 78 han optado por olvidar quiénes son, de dónde proceden y cuál va a ser su futuro, porque apoyarse en el Capeto posmoderno a la espera de su 21 de enero de 1793 simbólico (todo llegará, caballeros, no se nos impacienten…) para sostener “El Estado Español Constitucional y Democrático” (sic) es como pedirle al carnicero del barrio que nos examine la próstata…

Desde luego, hay peleas en los corrillos para saludar al Monarca (“Una Fe, un Imperio, una Espada”…, y un plumero para repasar la sala de estar cuando lo manda la concubina principal); me consta que también hay “polarización” en las barras metálicas de ciertos garitos de Sevilla para elegir a la afortunada que se llevará la propina de la VISA oro; no puedo ocultar que las líneas paralelas del ángel blanco a veces provocan pequeñas trifulcas entre los chóferes de ciertos individuos; imposible obviar que no hay acuerdo sobre la distribución de ciertos fondos; indudablemente, los bancos, las eléctricas y las grandes contratistas están polarizados entre sí para pagar lo menos posible a sus “homines novi”, que a su vez están polarizados entre sí para extorsionar y exprimir y comprimir y laminar el pobre cerebro del votante de listas español (“Viva España y la Monarquía…”), que a su vez está polarizado consigo mismo, en su fuero interno para decidirse por una opción polarizada con todas: “¿Qué tengo yo, Partido mío, que mi voto procuras, qué se te sigue, Partido mío, cuando paso las noches electorales oscuras…?”.

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