Tu tiempo es tibio
y te cobija,
cuando el mío desaparece
tímidamente en el ocaso;
el tuyo resplandecerá en las estrellas,
el mío sólo confía en que tus ojos
existen en las noches.
No me escuches,
dolor mío,
sé que también contigo la tarde envejece
con sus coronas de luto.
Pero algún día
de infortunio o soledad,
lo recordarás,
mujer del abismo que no serás,
quizás mi pobre tiempo gratuito
pudo ofrecerte tu destino.