RECUERDA QUE CONMIGO APRENDISTE A USAR EL REFLEXIVO ESPAÑOL (GRANADA, 1990)

La mujer vive como una lengua

que sintiera miedo de ser traducida a otra lengua.


Quiere ser el fondo de una voz,

la fragilidad del susurro de un nombre 

en la lucha silenciosa de los cuerpos,

la precisión olvidadiza de un nombre

que construya un deseo protegido

por un sol perezoso 

al despertar.


Miro cómo tiemblan esas areolas

que nadie supo acariciar en su momento de plenitud

y me dicen todo lo que supe antes de conocerte,

y parecen esperarme agradecidas,

antes de su oscurecimiento prematuro.


Una mujer habita la selva

donde toda la luz del amanecer

es un hallazgo para las hienas,

la dulce carroña del sexo arrepentido.


Ah, esos ojos como rayos repentinos,

giramos de estación en estación,

ojos y rayos te miran desde un cielo 

que vela otro cielo,


y en medio, los hilos tendidos

sobre el vuelo de otras alas,

pequeñas trampas para pájaros espino

sin corazón lírico.


Torre del Mar, 9 de febrero de 2018, poema revivido.

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