“Crecí bien irrigado
bajo plásticos de invernadero andaluz:
fertilizantes no me faltaron nunca,
manos mimosas a menudo me acariciaron;
aliento de robustos campesinos
insuflaron en mi humilde espíritu vegetal
el amor a la vida;
corrientes de agua pura
bañaron mi reverdecida piel, lisa y tirante,
nudosa en ciertas partes...,
pero gustosa por dentro.
Pero el hado, cruel y ciego,
me ha hecho padecer de enfermedad bacteriana,
y así debilitado, viajo por el mundo
en condiciones inhumanas
y me discriminan en aduanas y mercados,
no siendo yo culpable
de esas poluciones de que me acusan...
Para usos culinarios me trocean y parten,
diluyen mi amargor natural con especias, esencias y fluidos
y me mezclan con hortalizas
sin categoría ni denominación de origen,
y hablan mal de mí,
y todo porque soy un pepino español...
En Alemania me comen todo entero,
sin ni siquiera dignarse a pelarme,
cuando menos un poco,
para que mi sequedad algo áspera
se vuelva más húmeda.
¡Ojalá hubiera nacido polla,
a lo que mis inclinaciones naturales
me predisponían!”
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado