EL REENCANTAMIENTO DEL MUNDO EN EL CUENTO

En la literatura contemporánea, el cuento, cierta clase de cuento, es una tentativa apenas camuflada de reencantamiento de la realidad.

Demasiado evidente entonces que el cuento adopte esa fórmula exploratoria de los confines precarios del mundo conocido, cotidiano, en el que cualquier acontecimiento inesperado puede escapar a las reglas de lo que más o menos por pereza y cálculo viene a instaurarse como “normalidad”. Los objetos, como los paisajes, pasan a encarnar propiedades subjetivas. El sueño, la memoria, la identidad vuelven a convertirse en artificios, celadas o trampas, para ocultar-mostrar otra realidad conlindante y confundida con la habitualmente vivida.

Quizás inconscientemente todo cuentista practica un gnosticismo provocativo del orden epistémico y moral, partiendo de figuras bien establecidas por nuestra tradición cultural, pero menospreciadas por la racionalidad burguesa: el destino y el azar, la víctima y el victimario, el perseguidor y el perseguido, duplicidad o reversibilidad del universo en la que no hay una línea de separación completa entre lo verdadero y lo falso, la racionalidad y la creencia, lo posible y lo probable, la certeza y la superstición, que vienen a ser el entretejido natural del cuento, cuya fábula aparece siempre como una forma de trasgresión de las expectativas habituales de la experiencia.

Como vehículo narrativo de esta trasgresión, el cuento encarna asimismo la duplicidad o ambivalencia que permite el salto imaginario de lo más conocido a lo menos conocido, cuyo logro literario es siempre la promesa diferida de un sorprendente desenlace, desde un proceso lógico de presuposiciones e inferencias bastante complicado, puesto que se funda en una narración elíptica, cuyas dimensiones formales se adaptan a este funcionamiento que apunta a lo inesperado.

En resumen, para conseguir un buen cuento es condición necesaria que el mecanismo racional de las causalidades empíricas del mundo físico o del mundo síquico quede en suspenso o se establezcan nuevas correlaciones entre sus elementos previsibles, trasformándolos precisamente en imprevisibles.

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