Tiempo de su vida, tiempo de mi vida,
fundidos en la imposible unión:
lo que nos queda es siempre el otro tiempo
en que dormir a la intemperie sin luna.
También nosotros habitamos esta leyenda
hechos personas
detrás de la que los poemas fingen un sentido.
Abril, abril, por los ojos abril.
Por un poco de nueva brisa
extraña te reconozco.
Como esta voz incierta y quebrada
que se oculta en ti,
para acariciar una y otra vez
ese cuerpo real o imagen ya,
signo de la noche que nos entierra
entre multitud de briznas delicadas
que corta esta brisa nueva.
Pero sólo el tiempo de mi vida
fundida consigo misma.
Y no volveré a morir
en ese mar de vino oscuro
hecho de reflejos de mi mar azul-verde,
mar también de hojas sobre los cuerpos
hollados por el alba inútil.
Viví allí entre sus olas,
y por qué escribo con tristeza,
eso sólo lo sabe la piel extensa
en su cerrada blancura,
lo inasible de nuestros cuerpos hechos
con las hojas de mil árboles
que un otoño despojó,
o de mil espadas ya sangrientas
de mil luchas afrontadas.