«Y SENTÍ COMO UN TUMULTO DE BANDERAS…» (VALDEPEÑAS, 1999)

No habrá brisas para nosotros,
ni la luz se abrirá en las rosas
al despertar su aliento
en las mañanas de cualquier primavera;
ni oiremos la canción universal de los pájaros
en los últimos parquecillos enfermos,
cuando la ciudad quede sola
como una novia blanca sin velo.

No habrá brisas para nosotros,
no te veré abrir los ojos como las rosas
en las mañanas de próximas primaveras,
no te oiré cuando tu voz
agite las llamas de los crepúsculos sin nadie
en las ventanas que amarillecen.

No habrá brisas para nosotros,
cuando ya no pueda verte
recorrer como un vendaval fresco
los pasillos del colegio,
cuando ya no pueda oírte
hablar suavemente con desconocidos,
cuando ya no pueda aspirarte
entre las fragancias indiferentes de las otras.

Y no sabré nunca más quién fuiste,
si la rosa de otoño se nos quema,
si la llama de abril se nos hiela,
si la canción de cuna se silencia,
si la voz de las noches se ahoga
en el estrépito sin pudor de las banderas de luto.

Y no sabré nunca más quién pudiste ser,
si nadie dice tu nombre de incertidumbre,
para invocar o adormecer a las hadas,
banderizas insomnes de mis noches fatuas.

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