FRITZ, SÉ UN HOMBRE (INFANTES, 2003-2004)

Hay una habitación en un callejón cerrado,
en el barrio portuario de Génova,
desde donde se escuchan
las voces melodiosas de las vendedoras de pescado,
por la mañana temprano,
cuando al abrir la ventana
la brisa infecta de humo sube
desde las mareas estancadas del puerto
hasta las lóbregas estancias
de un sueño improbable.

Hay en la habitación una mesa
que hace de escritorio,
un tintero casi vacío y algunas hojas revueltas,
papel de cartas y manchas del aceite de las lámparas secas.
Las paredes están humedecidas y vagas figuraciones
decoran los techos bajos,
un olor acre a viejo
se expande por todo el aire:
no es el lugar más afortunado
para un encuentro tan esperado, lo sabe,
y por eso, se asoma de vez en cuando por la ventana
que se abre a la calleja
y mira a los transeúntes perezosos
y a los obreros que cargan fardos indefinibles,
mientras todavía no se oyen las gaviotas
que sobrevuelan entre las antenas de los barcos,
esperando las primeras depredaciones de la basura.

La noche no ha sido tan prolongada como se temía.
Mientras pasaba a limpio
las cartas a la madre y a la hermana,
no sintió, como otras veces,
el estrangulamiento atroz de la vista,
ni el vértigo violento del mareo
cuando el esfuerzo estéril
lo dejaba suspendido entre los poros grisáceos
de las palabras borrosas ante sus cristales.

No ha escrito mucho, pero es suficiente
para terminar,
además aún lo posee la esperanza
de que el tiempo sea benigno con él
y su destino no le resulte desleal,
pues sabe que los pensamientos diurnos
siempre serán traicionados
por la astuta alquimia de la medianoche,
cuando el cuerpo se ha abandonado
a la necesidad natural que hace la vida soportable.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s