Iba Caperucita Estelada cantarina por el bosque, cuando se encontró al Lobo feroz español que, disfrazado de rozagante mozuelo imberbe, salió de detrás de un árbol y le cortó el paso, preguntándole:
– Caperucita Estelada, qué culete más redondeado tienes, ¿para qué lo quieres?
– Para ventosearte en la cara mejor.
– Caperucita Estelada, qué caderas más pronunciadas y fuertes tienes, ¿para qué las quieres?
– Para montarte a mi sabor.
Entonces, el Lobo feroz español quitóse el disfraz y díjole:
– Tú eres el amor de mi vida: me someto a ti y fecundaré en tu vientre todos los Caperucitos Estelados que puedas dar a luz.