Las razones de por qué ganará la elección presidencial francesa Macron el próximo domingo 7 de mayo de 2017 y de por qué es “hora de morir” para las naciones históricas.
El Afrodita Les Folies Tour de Kylie Minogue de 2011 podría ser tomado como modelo, entre otros muchos, de este juego que supone en realidad la mera expresión plástica superficial de una mutación cultural monótona y a la vez exuberante, porque todos los signos de todas las culturas pueden combinarse sin complejos cuando ya no remiten a un universo vivido de significados.
Europa ya es sólo un capital simbólico, una semiurgia bastante impúdica, una producción maquinal de signos culturales y estetizados sin significado alguno, material publicitario para el diseño de la cultura del espectáculo destinada a masas cosmopolitas intercambiables.
Como su riqueza material expresada en papel moneda cada vez más abstracto en los asientos contables de la Banca mundial o en dudosísimos títulos de propiedad de valores volátiles y humeantes apenas convertibles ya, la cultura europea viva es ya sólo la cultura de masas producida por los propios europeos o sus descendientes en los distintos lugares de residencia actual.
En mi propio corazón se quiebran en unidad irresoluble la fascinación hacia este universo vacío de señales que apuntan a un pasado remoto reciclable “ad infinitum” y una vaga ensoñación de un nuevo arraigo sin objeto ni pertenencia.
Imposible superar la contradicción fruto del nihilismo fatal sin violencia simbólica o real, o ambas a la vez.
Imposible saber en qué momento nos hicimos sin saberlo y, en cierto modo, a contracorriente de nuestras propias inclinaciones, también “gays” de la cultura mutante.