RITOS DE FECUNDIDAD (2019)

El jefe Mochica ya hacía días que no comparecía en público en el ara del templo. Las dunas seguían avanzando sobre los campos de cultivo del maíz, que tantos esfuerzos les costaba hacer crecer a los campesinos, y los vientos provenientes del océano profundo cada vez eran más fuertes en la dirección que más podía perjudicar la maduración de la nueva cosecha.

Volteándose en el camastro de hojas secas de maíz, el jefe Mochica decidió que debía consultar con los sacerdotes en Consejo secreto, y allí los convocó, junto al espigón en el que yacían los cuerpos putrefactos de las cabras arrojadas desde los acantilados de granito brillante.

Los sacerdotes, emplumados y con los miembros ungidos por finísimos polvos de talco que olían a flores largamente maceradas, echaron los dados, que el espíritu omnipresente del dios haría caer por la cara oportuna para la provisión de cosecha para el clan ancestral dominante.

Entonces, ante el desafío que suponía seguir engañando a la devastada masa campesina y manufacturera, un sacerdote joven sorprendió a todos los presentes en el Consejo, ideando el plan que fundaría el futuro arte de dominación o “arcanum imperii”.

Agitando las manos, en una gesticulación apasionada nunca antes vista, envueltas sus originales ideas en bellamente construidos periodos sintácticos de una elegante cadencia nunca antes escuchada, les preguntó a los miembros del clan dirigente: para qué arrojar cabras en el acto sacrificial, si era mucho mejor aterrorizar a los campesinos y artesanos obligándoles a entregar a las hijas en edad de casarse para tal ceremonia, con lo que el clan del jefe Mochica se quedaría con las pequeñas dotes de los humildes campesinos, pues las hijas habrían desaparecido y la costumbre obligaba a entregar al jefe Mochica la dote de las difuntas jóvenes.

Y el joven sacerdote añadió: “Si les hacemos creer que la lluvia depende del sacrificio de sangre humana, seguro que los campesinos nos entregarán lo que les pidamos para hacer reverdecer sus campos arenosos, incluso lo más querido para ellos”.

Torre del Mar (Málaga), febrero de 2019

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