«GOLPE DE ESTADO» (2018)

Llevaba largo rato absorto en los intrincados movimientos de retirada del Cuerpo de Ejércitos del Norte. Metía y sacaba la mano del bolsillo de su guerrera. De vez en cuando se hurgaba la nariz a escondidas. Los generales presentes en la reunión miraban para otro lado. El maldito frío del Báltico no se había retirado aún de aquella oculta guarida y el cemento no conseguía disiparlo. Los conductos de la calefacción central estaban siendo reparados. Un oficial acababa de entrar con un mensaje urgente. El hombre envejecido con temblores en la mano derecha cogió el aparato telefónico. Y escuchó al otro lado del hilo:

-¿Es usted?

-Sí, soy yo.

-Le llamaba para decirle que hay una bomba de gran potencia a punto de explotar, colocada debajo de su mesa de reuniones, ocultada en una cartera.

-¿De qué color es la cartera?

-Creo que marrón oscuro, con cierre metálico y combinación numérica.

-Sí, ya la veo, la tengo justo a mi lado. ¿Y dice que contiene un explosivo?

-Sí, muy potente. Disculpe la descortesía, pero me veo en la obligación de decirle que va a estallar muy pronto.

-¿A qué hora, más o menos?

-Sobre las 10´20 de esta misma mañana, quizás dos o tres minutos más tarde.

-¿No podría ser usted más preciso?

-No, el explosivo tiene unas características muy inestables.

-Así que va a explotar muy pronto. Supongo que habrá pensado en los desperfectos que puede ocasionar. Acabo de redecorar el búnker y no me hace precisamente usted un favor al ponérmelo todo patas arriba…

-Lo siento mucho, no sabía que acababa de cambiar la decoración de las estancias.

-No se preocupe, entiendo sus buenas intenciones. Dígame, por favor, ¿es usted consciente de que tengo justamente aquí a mi lado una reproducción muy valiosa del retrato de Federico el Grande?

-No me había fijado, estaba muy ocupado esta mañana mientras colocaba la bomba debajo de su mesa de reuniones…

-Entonces, vea usted, no se me ocurre qué podemos hacer.

-Quizás podríamos desactivar la bomba o bien dejarla explotar…

-Sí, ambas son soluciones posibles.

-Si desactivamos la bomba, usted seguirá viviendo. Si dejamos explotar la bomba, es muy probable que usted muera en el acto a consecuencias de unas graves heridas provocadas por una deflagración muy destructiva…

-Me hago cargo y aprecio su sinceridad… ¿No habría una tercera vía de resolución del conflicto que, al parecer, nos opone hasta este punto?

-No hemos contemplado esa posibilidad. La precipitación de estos últimos días quizás haya evitado que recapacitáramos…

-Pero siempre podríamos llegar a un acuerdo, si somos pacientes y cedemos cada uno en nuestros puntos de vista.

-Verá, es que estamos intentando dar un golpe de Estado para cambiar la Jefatura del Estado y del Ejército, a fin de llegar a un armisticio que evite la rendición incondicional y la capitulación…

-Lo veo muy pesimista. Entonces, usted piensa que mi muerte podría significar un cambio en el rumbo de esta guerra. No estoy de acuerdo del todo con este punto de vista…

-Lo comprendo y tiene que disculpar nuevamente mi osadía. La bomba va a explotar en apenas diez minutos, así que ya no nos queda tiempo.

-¿Y no ha pensado usted en hacerse un seguro de vida?

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