Vagabundeaba por el viejo centro urbano. De repente, un griterío de voces agudas explotó en mis oídos. No podía discernir lo que emitían aquellas voces rabiosas, pero la frase más nítida conseguí entenderla:
«Viva el potorro aventurero de Doña Leonor de Aquitania».
Me aproximé más al coro de las manifestantes. Una joven gafapasta de edad indefinida me aborda y me pregunta:
-¿Qué piensas tú de la imagen de la «vagina dentata»?
No sabía qué responder, así que salí del paso:
-No me gustan las bebidas «light».
La joven insistió:
-¿Has leído a Simone de Beauvoir?
Esta pregunta me pareció una humillación innecesaria, pero le eché valor:
-¿Tú eres una feminista existencial?
Ella asintió con la cabeza. Empezamos una larga conversación que continuamos en un bar hasta la medianoche. Hoy estoy casado con aquella chica y asisto a manifestaciones en las que grito convencido:
Viva el potorro aventurero de Doña Leonor de Aquitania.
Si no hubiera leído tanto, mi vida sería diferente…