Habría que remontarse muy atrás para encontrar un espectáculo, o mejor dicho, un cambiazo por arte de prestidigitación, como el que con un desparpajo admirable se nos ha arrojado a la cara estos días finales de mayo y primeros de junio de 2018.
Ahora bien, nada es más sorprendente que el hecho de que nos sorprendamos ante aconteceres perfectamente previsibles, dadas las pautas de comportamiento anómicas de un Régimen anómalo, pero normalizado como la doble percepción de la realidad de un esquizoide, que es además la que nosotros, súbditos del delirio, padecemos sin saberlo.
La conmutación en el poder ejecutivo de dos estructuras de partidos, viejos “okupas” del “Estado Español” (implícitamente así lo decidió Franco al colocar a Juanito de Bourbon como “Jefe de Estado”, con las consecuencias de todos conocidas), muestra lo que para unos pocos espíritus observadores era una verdad ya hace tiempo intuida y cuyo secreto prestigio intelectual nos obligó a no participar en la desvergonzada mascarada de las vergonzantes elecciones españoles: la total intercambiabilidad y equivalencia de los partidos.
El hecho evidente que ha mostrado el cambiazo: hoy por ti, mañana por mí…, y que cada uno ahogue sus penas como pueda, incluso con alcohol cargado a la partida “dietas presidenciales y varios”.
El Ibex debe tomar nota.
No está nada mal esta austeridad, tan característica de los verdaderamente ricos. Es posible, por fin, mandar directamente, sin agitación de conciencias venales, sin carísima propaganda, sin despertar el guerracivilismo para retrasados o el antifranquismo de claqué y tentetieso: superfluos gastos onerosos de personal mediático y publicitario para el vano desgaste neuronal de un electorado siempre receptivo a los silbidos de los dueños del perro pastor que ladra en las ondas, la tele y la prensa escrita.
Con casoplones para el jefazo basta y sobra y está hecho el avío por unos años más.
En los Estados de Partidos sólo existen corrimientos de escalafón y da igual cómo se lleven a cabo las nominaciones y se haga el listado.
Da igual: los gobiernos se instituyen “legalmente” por elecciones donde no se elige nada más que el tipo de incompetencia y corrupción que se prefiere, o bien mediante este novedoso procedimiento de la triunfante «moción de censura» que inaugura la vía weimariana de los gobiernos de excepción para situaciones terminales de excepción en un Régimen que es en sí mismo una forma acabada de excepcionalidad coyuntural permanente.
Sí, indudablemente, Torcuato estaría de acuerdo: de la Ley a la Ley, sin pasar por ningún ejercicio de libertad política de los plebeyos, que se conformen con las listas, que ya es mucho conceder… y mucha licencia y mucho jaleo…
Porque aquí sólo se va a transitar desde una estúpida y corrupta burocracia de la Administración General del Estado a una estúpida y corrupta burocracia del sistema autonómico (Dios mío, más “socialistas” andaluces en el Ministerio de Hacienda… para pagar sin duda las buenas voluntades catalanas y quedarse con los resguardos en negro de la compraventa del solar “Marca España”, que es por cierto lo único que justifica el negociado inmobiliario de nuestra Monarquía)…, o de los aparatos de control periférico al servicio de la estúpida y corrupta burocracia bruselense.
Unos, los vulgares eternos opositores de la derecha política heredera del franquismo sociológico; otros, los cooptados de toda la vida, desde que los primeros les abrieron las puertas del éxito social a los segundos a través de los cargos del Estado que ellos gracias a la victoria de sus padres monopolizaban en exclusiva (eran también los padres de los segundos… y en realidad los mismos).
Pero todos ajenos por igual a cualquier forma democrática de gobierno.
El escalafón se ha corrido, pues: no hay nada más. Lo mismo se diría, en cierto modo, en una película porno cuando, como en este caso, las erecciones del actor principal no dan de sí para acabar la escena correspondiente y hay que subcontratar por horas a un doble un poco más joven pero con un miembro viril más ejercitable, semejante al del viejales en sus rasgos conmutables o computables, pero mucho más sólido y prometedor para las jóvenes actrices que debutan. Un poco como la relación metonímica de sustitución entre Rajoy y Sánchez, cambiando algunos detalles del mismo plató, si bien de pornografía y obscenidad se trata en ambos casos.
La prensa hace su trabajo de blanqueado del sepulcro farisaico: visiblemente, toda una clase política yace en el sarcófago esperando el beso del príncipe maquiavélico que la despierte. Los medios intentan rejuvenecerla a golpe del bótox. Se necesita inyectarlo en la débil musculatura de un Estado de Partidos, rígido como la cara inelástica de Sylvester Stallone, pues así lo exigen los Patrimonios Consolidados de la Oligarquía de Madrid y Barcelona, la que dicta las normas de buena conducta en el mundo real de la vida verdadera, con o sin salvación eterna: la circulación bursátil y los mercados de deuda.
Así, la imagen del Gabinete tratada con el «photoshop» para crear, desde el vacío referencial absoluto de ideas y “proyectos”, una opinión favorable, muy trabajada por unos medios que expelen, en incesante vomitona, elogios incontinentes a personalidades dudosas que más adelante se mostrarán harto comprometidas con asuntos turbios, lanzados a la luz pública cuando se haga necesario reemplazarlas evocando otra vez el corrimiento del escalafón, si es posible nuevamente sin elecciones.
De ahí que sólo alguien que fue amigo íntimo de Marcial Dorado, Sociedad Anónima Clandestina y yates de recreo para los amigos, pueda liderar el PP…
Por eso quizás haya tantas mujeres en el Gobierno del nuevo Testaferro (éste al menos sobrio y no del todo tambaleante y bajo los efectos permanentes de tembleques y balbuceos etílicos), así los que de verdad deciden las cuestiones esenciales que a ellos les afectan pueden campar a sus anchas ocultando sus caras y manejos detrás de las páginas de Telva y Cosmopolitan, mientras el vulgo municipal y espeso se dedica a comentar elogiosamente el delicioso y muy “chic” pase de modelos.
Y así alcanzamos la verdad aparente del Poder Ejecutivo actual (el único realmente existente), situado en la cima de un Estado apenas diferenciable de un plató de grabación de una “snuf movie” pseudopolítica, poder-escenario convertido en puro arte exhibicionista de alta modistería, residenciado en los Ministerios, ahora pasarela sustitutiva de una política improbable, en tanto los nuevos ocupantes avizoran y contabilizan pensiones futuras.… para comprarse más casoplones.
La etapa final del Régimen del 78 exige conocimientos íntimos del contexto histórico, quiero decir, se hace del todo necesario, para una buena hermenéutica de la coyuntura española, conocer muy a fondo los temas de conversación que dominarán pronto en las mejores peluquerías de todo el país, que es a lo que se dedica toda la prensa española, en especial, la de “derechas”.
El Régimen me recuerda cada vez más al octogenario inmovilizado en silla de ruedas, ahora motorizado “self control”, persiguiendo por los pasillos a las jovencitas del servicio doméstico para tocarles el culete una última vez, en una carrera enloquecida antes de la apoplejía final y el reventón de todo el sistema cardio-vascular… esto es, constitucional.