Todo principio brilla
con luz robada de estrellas cadentes,
otros pedazos de resplandores pasajeros
en un cielo que los contiene dentro de un cerco
donde esa luz no es sino de un origen más remoto.
Todo principio es la muerte de algo anterior
y de algo futuro,
un breve impulso ciego de ser.
Pero todo principio no puede volver a ser lo mismo,
quiere brillar con luz de otros fuegos
que pasaron por un cielo de indiferencia,
para despertar quizás más tarde
en el escenario de una pesadilla sombría.
Hay una lucha del amor humillado
detrás de cada renacimiento,
un sentimiento traicionado de mujer
detrás de cada gesto viril,
una máscara hermafrodita
con que ocultar el miedo a encarnar
el propio esfuerzo de vivir
sin convertirse en una posesión ingrata.