Perdido el poema,
sólo queda la música
como la sangre en el cuerpo muerto,
y un entusiasmo sobre nada.
La letra también expira
y la música permanece
tras los silencios y las pausas,
deshonestos, como esperar una palabra
en labios del delirio.
No queda sino esto que nadie
dice pero canta
dentro de cada cosa
y no será reducido a signo
e impotencia de escritura.
Así, he sido hablante enmudecido
de esas cosas que no deben decirse
para que la vida sea vivible
y el dolor objetivo también encuentre
su lugar y su forma
y habite entre nosotros
con la dignidad hipócrita del bien.