Aire más tenue llama más ardiente agita, lluvia más fina la tierra en suave abrazo envuelve y entierra en surcos diminutos la simiente. Corazón débil tarde se arrepiente de hacerse absurdamente impía guerra por un alma encogida que no encierra sino la herencia vil de la serpiente. Bebe el agua un sediento: ¿la derrama en cesta de podrido mimbre ajado? Nadie busca la luz del día bella en un cielo vacío y embrumado: fue el más torpe deseo de quien ama fingirse un sol de tan espuria estrella.
Infantes, febrero de 2010