ESFINGE DE HUMO (INFANTES, 2009)

Esta otra intimidad comienza tarde, 

cuando la fantasía crea al fantasma 

que antes evocaran las palabras. 


Un pavor, algo sin nombre, 

te acoge en su violento oscilar 

del exaltarse a las pequeñas lágrimas, 

como si existiera una armonía secreta 

en este juego de la vigilia y el sueño.


Y si apareces ahora en el sueño,

otra tarde de invierno

en que te veré marchar sola

bajo el aguacero que no te toca: 

que sea para traerme el favor o la gracia, 

no la copia de una belleza 

que yo mismo he inventado, 

lejana e impalpable, 

sino la tuya mejor, 

sin el ropaje de esta imagen que te deforma.


En este duro volver a la luz 

del día que se apaga, 

el sueño liberador se vuelve mudo, 

sabe mucho más de lo que expresa, 

calla mucho más de lo que sabe, 

y yo tengo que interrogar al rostro 

como a una esfinge de humo 

que con signos de incertidumbre me asedia.


Y así se escapa el enigma, 

todo lo que busco 

se vuelve espejo de su contrario, 

como aspereza y dulzura intercambian sus máscaras, 

y siento el frío 

que desprenden sus párpados helados, 

rosa oscura sobre ojos de claridad verde 

que miran al infinito y no me encuentran.


¿Quién eres, sombra o más que sombra?, 

me gustaría preguntar, 

cuando pasas cerca de mí 

como un golpe de aire seco

y no sé qué señales debo seguir. 


Pacientemente, como adivinador torpe e inexperto, 

desgrano gestos y palabras, 

miradas y sonrisas, 

minucias del deseo emboscadas contra mí. 


Y todo es la misma esfinge de humo 

que, al envolver mis ojos, me descamina 

y no puedo sentirte como un ser que respira 

sino como simulacro 

en el que hay algo de falso 

que anuncia lo verdadero.

Infantes, 18 de noviembre de 2009

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